La duración de los cables eléctricos varía dependiendo de factores como la calidad del material, el entorno de instalación y las condiciones de uso. Por lo general, los cables eléctricos bien mantenidos pueden durar entre 20 y 30 años, aunque esto puede aumentar o disminuir según circunstancias específicas. Por ejemplo, los cables aislados con PVC en entornos interiores secos pueden tener una vida útil más larga, mientras que los cables expuestos a la luz solar, la humedad o altas temperaturas al aire libre pueden deteriorarse más rápidamente. Los cables ignífugos y resistentes al fuego, construidos con materiales premium como cintas de mica y polietileno reticulado, suelen tener vidas útiles extendidas debido a su resistencia al calor y al fuego. Una instalación adecuada, evitando dobladuras excesivas o estrés mecánico, también juega un papel crucial en la preservación de la vida útil del cable. Inspecciones regulares en busca de signos de desgaste, como aislamiento agrietado o corrosión, pueden ayudar a identificar cuándo se necesitan reemplazar los cables para prevenir riesgos de seguridad. Certificaciones como las de CQC y BASEC aseguran que los cables cumplan con los estándares de longevidad y rendimiento.