Tanto los cables de alta como de baja tensión son componentes vitales de un sistema eléctrico, cada uno cumpliendo funciones únicas. Los cables de alta tensión se utilizan principalmente en plantas eléctricas y redes de transmisión para la transferencia de electricidad a larga distancia. Son capaces de transportar energía con una tensión superior a 1,000 voltios, facilitando enormemente la transferencia de electricidad. Por otro lado, los cables de baja tensión se emplean en edificios residenciales y comerciales ya que la tensión es inferior a 1,000 voltios. Son ideales para instalaciones de iluminación, alimentación de tomas de corriente eléctrica y necesidades generales de energía.