Los cables para interiores y exteriores tienen características distintivas adaptadas a sus respectivos entornos. Los cables para interiores están diseñados para funcionar en las condiciones controladas de los edificios, donde normalmente están protegidos de los elementos climáticos adversos. A menudo priorizan características de seguridad, como la retardancia a la llama y emisiones de bajo humo, para minimizar riesgos de incendio y proteger a los ocupantes en caso de una avería eléctrica. Los cables para interiores también se centran en la flexibilidad para facilitar la instalación en paredes, techos y espacios reducidos, con materiales de aislamiento como PVC o polietileno cruzado que proporcionan un aislamiento eléctrico confiable. En contraste, los cables para exteriores deben soportar una amplia gama de desafíos ambientales, incluyendo radiación UV, humedad, temperaturas extremas e impactos mecánicos. Para combatir estos factores, los cables para exteriores se construyen con materiales de cubierta duraderos resistentes a la UV, aislamiento impermeable y, a veces, con armaduras adicionales para protección contra daños físicos. También necesitan tener una mayor resistencia a las fluctuaciones de temperatura para mantener un rendimiento eléctrico consistente. Mientras que los cables para interiores suelen seleccionarse según su capacidad de integrarse sin problemas en los sistemas eléctricos de los edificios, los cables para exteriores se eligen por su robustez y capacidad para resistir las rigurosas condiciones del entorno exterior, asegurando una transmisión confiable de energía y señal en cualquier condición climática.