Mantener los cables eléctricos es crucial para asegurar su longevidad, seguridad y rendimiento óptimo. Se deben realizar inspecciones visuales regulares para verificar signos de desgaste, como grietas en la cubierta aislante, conductores expuestos o corrosión. En áreas con alta humedad o exposición a químicos, se necesitan verificaciones más frecuentes para prevenir la degradación de las capas protectoras de los cables. El monitoreo de temperatura también es esencial, ya que el sobrecalentamiento puede reducir significativamente la vida útil de los cables eléctricos; la termografía infrarroja puede usarse para detectar puntos calientes sin interrumpir las operaciones. Además, es importante mantener la ruta de los cables libre de escombros y asegurarse de que no haya estrés mecánico excesivo en los cables, como curvas muy pronunciadas u objetos pesados que los compriman. Para cables utilizados en entornos de alta vibración, como maquinaria industrial, ajustar periódicamente las conexiones y reforzar los soportes puede prevenir conexiones sueltas que puedan causar fallas eléctricas. Probar la resistencia del aislamiento y la continuidad de los cables eléctricos a intervalos regulares, siguiendo estándares reconocidos por la industria, ayuda a identificar problemas potenciales antes de que se conviertan en problemas mayores. La documentación adecuada de las actividades de mantenimiento, incluidas las fechas de inspección, hallazgos y acciones tomadas, también es vital para seguir el estado de los cables eléctricos con el tiempo.